5.3.10

El abrazo de la piel

Fue entonces cuando el abrazo se convirtió en mundo y el mundo se fue a la mierda una vez más. De paso que se iba, le pedí que me sustituyese como actor secundario de mi vida y lo hizo. Se puso mi peluca, mis zapatillas y la enormidad de su tamaño se redujo a los 164 centímetros de mi cuerpo durante los 226 segundos que duró ese todo de cuatro brazos, dos flequillos y un par de narices sin ningún tipo de valentía.

He cogido el lápiz para escribir esto. Nunca pasó o si pasó, ya apenas lo recuerdo. No me acordaba de escribir, así que he tenido que empezar a teclear guardando el recuerdo de un abrazo de verdad, amarrarlo con un ancla a mi piel para que, si decide irse definitivamente, mi piel se vaya con él.

© L'Enfant Cap Pas Cap

Y, hoy, sueno así...